Diambra nos habla de sus autores favoritos y de su nueva novela La Contrafábula. También, reflexiona sobre la posible legalización del aborto, sobre la sororidad, el feminismo y los cambios sociales, y sobre sus futuros proyectos.

Vanesa Diambra nació en Buenos Aires en 1984. Es farmacéutica y realizó una maestría en administración de negocios, y una de escritura y narración en España. Algunos de sus cuentos fueron premiados en Argentina, y otros publicados en diversas antologías, así como en el suplemento cultural del diario cordobés La Tinta. En 2015 publicó “Del otro lado del guardarropas” (Pánico el Pánico), y en 2019 su primera novela “Lo que contienen los cuerpos” (Altas llantas).
En esta entrevista realizada por Julián Álvarez Sansone, Diambra nos habla de sus autores favoritos y de su nueva novela La Contrafábula (Azul Francia, 2020). También, reflexiona sobre la posible legalización del aborto, sobre la sororidad, el feminismo y los cambios sociales, y sobre sus futuros proyectos.

¿Cuáles son tus autores favoritos? ¿Crees que de algún modo influyeron en tu escritura?

Mis autores favoritos son Clarice Lispector, Liliana Heker, Rymond Carver, Samanta Schweblin y César Aira. Sí influyeron de algún modo, puede ser, ojalá. Mientras escribí La Contrafábula tuve un período muy Aira. Ahora estoy escribiendo un libro de cuentos, y cada noche releo cuentos de Lispector, de Heker, de Carver. Con algo de suerte me contagian algo de su genialidad.

¿Cómo definirías a “La Contrafábula”? ¿Qué crees que los lectores encontrarán en tu nueva novela?
La Contrafábula es una novela corta que trata de la réplica de una fiesta para contra-restar un rumor, un mito, antes de que se propague por Buenos Aires. Pero por supuesto el plan fracasa y esto complica a las protagonistas (Malena, Muriel y Soledad) poniendo a prueba su sororidad, y da pie para explorar temas actuales como la maternidad y sus ramificaciones: evitarla, aplazarla, interrumpirla, legislarla, asumirla, e incluso lucrar de ella. En esta novela los lectores se van a encontrar con un drama existencialista algo desopilante, que va de los acontecimientos, la acción, a recovecos de la conciencia de Malena, la narradora, siempre conun sentido de humor ácido y por momentos sarcástico.

 
Con respecto a la estética y el diseño del libro. Teniendo en cuenta que en buena parte de la obra la trama gira en torno al aborto… ¿Por qué decidiste que la tapa tenga ese color rosado/fucsia y no uno verde o celeste? ¿Preferiste tocar el tema sin marcar una postura específica o son otras las razones?

La verdad es que yo no decidí los colores, sino que fue la propuesta que me hizo Sabrina Zelaschi luego de leer la novela, la gran ilustradora de la portada, y a mí me encantó. No había nada más que agregar a una Santa Rita futbolera, de pañuelo verde, con sus clásicas rosas rojas en la base y el estigma en la frente. Creo que la imagen es bastante concluyente de lo que pueden encontrarse en el libro. Confieso que en mi cabeza la portada hubiera sido algo más abstracta y el collage superó todas mis expectativas.

Si bien la narradora es Malena, las otras dos personajes femeninas (Soledad y Muriel) están bien caracterizadas. ¿Con cuál te identificas más y por qué?

Creo que hay un poco de todas ellas en mí, o yo tengo un poco de cada una. Me gusta el fútbol como a Malena, soy igual de torpe que ella, me encantan los gatos como a Sole y tengo también algo de sus dilemas superfluos… De Muriel tal vez conservo cierta racionalidad por sobre un carácter impulsivo o emocional, y sin dudas el gusto por el diván. Al igual que todas ellas, considero que el aborto debería ser legal, gratuito y seguro. Sería una irresponsabilidad sanitaria pública, entre otras cosas, no hacerse cargo, y seguir apoyando la clandestinidad a la que estamos condenadas las mujeres.

Salvo Elián, que es un personaje masculino marcadamente secundario, todos los personajes relevantes de tu novela son femeninos. ¿A qué se debe eso? ¿Crees que de alguna manera, en un contexto de mayor protagonismo de las mujeres en distintos ámbitos de la sociedad históricamente dominados por hombres, la lucha por mayor inclusión se haya volcado incluso al interior de las obras literarias contemporáneas?

Es esperable que la literatura cambie como consecuencia de las transformaciones sociales. Es bueno encontrarse con más voces femeninas, y que esas voces representen historias de mujeres más empoderadas, con más recursos. Celebro también que las autoras tengamos cada vez más oportunidades en espacios en los que históricamente fueron dominados por hombres, por supuesto.

En mi novela anterior, “Lo que contienen los cuerpos”, el narrador es un hombre, y puede ser que, sin querer, haya extrañado sacar a relucir una voz femenina. También debo confesar que tenía en claro desde el principio cuáles eran los temas que quería abordar en La Contrafábula, y me pareció que las voces más adecuadas para contarlos eran de mujeres.

Tu novela no sólo realiza un abordaje de temáticas relevantes como el aborto, sino también ofrece reflexiones sobre la sexualidad. La homosexualidad, por ejemplo, es abordado desde el vínculo entre Soledad y Claudia. En el tercer capítulo, la narradora expresa: “Por diferentes que sean los intereses de las personas, si algo las unifica a todas es la sexualidad”. ¿Vos lo ves así? ¿Qué reflexión te merece ese enunciado?

Estoy bastante de acuerdo con la narradora. Entiendo la sexualidad como un aspecto central en la vida de las personas desde el paradigma de la integralidad la sexualidad, que abarca a las identidades, los roles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción, la orientación socio-afectiva… Creo que en mayor o menor medida nos interpela y atraviesa a todos.

 

Siguiendo esta línea, en el mismo capítulo la narradora comenta: “al final resolví que nuestro desvelo colectivo no era ni el dinero, ni la maternidad, ni el deseo de progresar, sino la sexualidad”. ¿Creés que la sexualidad es una de las mayores preocupaciones de los jóvenes contemporáneos? 

Creo que la sexualidad está resignificándose continuamente, y a causa de esto está muy presente, expuesta. No sé si es de las mayores, pero sí que está peleando los primeros puestos. Entiendo la sexualidad como el motor de todo lo que hacemos, de nuestras acciones y nuestros vínculos, ya sea por pulsión o repulsión.

En cierto punto, uno podría pensar que tu libro refleja buena parte de las preocupaciones de las mujeres jóvenes de las clases medias urbanas de sociedades occidentales. A través de distintas páginas, aborda problemáticas como el miedo a la opinión de los demás como limitante actitudinal; la interrupción legal del embarazo y la interrupción voluntaria del mismo; las ganas de progresar; la homosexualidad; la maternidad; y una crítica solapada al funcionamiento de las grandes corporaciones. ¿Fuiste consciente de esto a la hora de escribir tu obra o fue algo que fue surgiendo casi sin pensarlo?
Fui consciente, aunque debo confesar que “la crítica solapada al funcionamiento de las grandes corporaciones” me dejó pensando: ¿yo hice qué?

Escribí la novela hace dos años, cuando se llevó por primera vez la ley del aborto al Congreso, y los movimientos feministas demostraron ser una fuerza viva muy activa, tanto que la mayoría de la opinión pública comenzó a asumir que se trataba de uno de los principales motores actuales del cambio social. Con respecto al resto de los temas que abordo, son los que me interpelan, me interesan y que puse al servicio de la historia.

¿Por qué decidiste que el rango de acción de los personajes corresponda sólo a barrios porteños como Almagro, Boedo, Villa Crespo y Belgrano? ¿Qué simbolizan estos barrios para vos? ¿Por qué esos barrios de la Ciudad y no otros?

Si bien nací en Ramos Mejía, y el barrio de la infancia no se olvida, vivo en capital hace diecisiete. Conozco estos barrios, me atraen, los uso, gran parte de mis amigos viven acá. Si pienso en Villa Crespo recuerdo mi primer amor, Almagro mi destino post Pensión universitaria, una caja de zapatos en la que viví hasta recibirme, Boedo las canchas de fútbol de cinco en las que jugamos con mi hermana. Belgrano mi familia, mi hogar.

Con respecto al final, ¿Por qué decidiste que la obra finalizara de esa forma tan abierta? ¿Estás pensando en una segunda novela?

Siempre que me encariño con los personajes, pienso en una segunda novela. Mis dos primeros libros (Del otro lado del guardarropas y Lo que contienen los cuerpos), de hecho, no son una continuidad pero conservan los personajes.

Vamos a ver, ahora estoy concentrada en un libro de cuentos que empecé a escribir el año pasado y cuando termine de corregir, re-escribir, y todo lo que pasa luego de la primera escritura, que es más escritura, veremos. Claudia es un personaje que me resulta muy interesante para indagar.

Por último (y no por eso menos importante), ¿Dónde y cómo se puede conseguir tu libro?

La Contrafábula se consigue en la editorial Azul Francia (enlace), en Suerte Maldita Libros (Serrano 1394), en La PetiteLibrarie (Talcahuano 287), o me pueden contactar a mi Instagram.